14 octubre, 2006

Todo es a lo grande en Tejas

Están sentados en el porche, a la entrada de la suntuosa mansión de su rancho en Farmers Branch, Dallas, Tejas. Es domingo. Hace un día de sol típicamente tejano. Hoy pueden desayunar tranquilos sin que a él lo telefoneen para darle la última hora sobre el precio del barril Brent. El hombre, excesivamente trajeado, va calzado con unas relucientes botas vaqueras, con un llamativo broche de oro enlazado a la altura del tobillo. La mujer va vestida con una blusa estampada de fin de verano, falda a juego y zapatos de medio tacón. En la mesa, impecablemente servida, les espera una bandeja con huevos revueltos y bacon, zumo de naranja, café caliente recién hecho y tostadas con mantequilla y mermelada de frambuesa. Delante de la casa hay una plazoleta coronada con una fuente de mármol. Antes de llegar al complejo, un imponente arco metálico con el anagrama familiar grabado en letras rústicas y envuelto en una enredadera, da la bienvenida a las posesiones de los McCulloch, e invita a recorrer, entre amplias zonas ajardinadas, el camino recién asfaltado que conduce a la vivienda.

-Querido, ya he pensado adónde deseo ir en nuestro viaje de invierno.

-Vaya por Dios. ¿No tenías que asistir hoy a la reunión de las Damas de la Caridad en el Instituto Cristiano de Dallas?

-Sí, pero quería hablarte de las vacaciones de invierno. Quiero que vayamos a Turquía.

-¿Turquía? ¿Y qué diablos se nos ha perdido en los confines de la tierra cada vez que a ti se te antoja ser Cristóbal Colón?

-Quiero conocer esa cultura, Jim. Dicen que está a medio camino entre oriente y occidente.

-Lo siento, querida. He oído que no es recomendable viajar a Turquía. El terrorismo es una amenaza constante allí.

-No digas tonterías. Es un país precioso. Nuestra administración tiene intereses militares allí. Además, Rose Mary y Louis estuvieron el año pasado y me han hablado maravillas.

-Oh sí, claro. Esa pareja de presuntuosos. Ellos siempre han querido ir por delante del resto de los tejanos. No tuvieron suficiente con haber convertido su hacienda en un museo donde los turistas beben sin control mientras un conjunto de vaqueros canta y baila destrozando clásicos de nuestra música folk. Ahora quieren descubrir Turquía, como si el condado y el mismísimo estado se les hubieran quedado pequeños. Seguro que no eran conscientes del peligro que corrían.

-¿Por qué eres siempre tan negativo, Jim? Ellos sólo intentan ser cosmopolitas. Es algo innato a los tejanos. Fuimos fundados por exploradores o es que no lo sabes. Nos gusta explorar mundo.

-Pues yo no quiero explorar mundo. Lo mío es explorar pozos de crudo en Tejas, ya lo sabes.

-Oh, vamos querido, sabes que lo pasaremos bien. Es bueno dejar Tejas a un lado por unos días.

-¿Por qué iba a serlo? Tejas es nuestro mundo, Laramy. Estas tierras nos han dado todo lo que tenemos. Pásame la mantequilla, ¿quieres?

-El viaje del año pasado también lo elegí yo y fue un éxito.

-Oh, sí. Memorable. Me encantó pasar una semana en pleno diciembre entre pescadores de bacalao en Escandinavia. Regresé con un catarro que aún me dura. 


-Qué exagerado eres. Lo pasamos bien en aquella aldea marinera en Noruega. La cabaña de madera al borde del océano atlántico era idílica. Nunca olvidaré aquel lugar. ¿No le pones mermelada a la tostada?

-Pues yo prefiero olvidarlo. Lo único que recuerdo es que todos los tipos que me tropecé se llamaban Olav o Sven o algo parecido.

-Fue una forma íntima de disfrutar del descanso.

-Y tan íntima: éramos nosotros y los pescadores. Nadie más.

-Pero descubrimos una cultura distinta a la nuestra, cielo.

-¿Distinta? Esa gente parecía vivir en el siglo... bueno el que sea. Cuando llegamos allí y vi el panorama lo único que deseaba era encontrar un sitio, aunque fuera una cueva, para ponerme a beber lo antes posible.

-Y bien que lo encontraste. ¿Recuerdas aquella taberna vikinga a la que fuimos la primera noche?

-Cómo no. Había más pescadores que en el concurso estatal de pesca del róbalo en el lago Caddo, válgame Dios. Apestaba a bacalao pero parecía no importarles, bebían como cosacos para ahogar sus penas. Así que no tuve más remedio que unirme a ellos: quería olvidar haber ido a parar a aquel maldito pueblo fantasma.

-Vamos Jim, no seas tan gruñón. Yo me lo pasé bien. Y tú también. ¿O no recuerdas los paseos por la orilla del mar a media tarde?

-Claro, de lo más idílico. Ellos tampoco lo olvidarán fácilmente. Vi como nos observaban desde las ventanas de sus casas. Debió de ser todo un espectáculo ver a dos marcianos vestidos como esquimales paseando por el puerto, calados hasta las cejas por aquella lluvia que no cesaba nunca.

-Fueron muy respetuosos y educados. Saludaban en su idioma cada vez que nos cruzábamos con alguien.

-Pues a mí su forma de hablar me pareció tribal. Daba miedo, sí señor. Podía imaginarlos en sus ratos libres, reunidos alrededor de una hoguera con sus cascos con esos cuernos, portando espadas de hoja ancha y afilada, presentándole sus respetos a Erik el Rojo.

-¡Qué horror! Pues yo aprendí enseguida a decir "Hallo, God Morgen", y parecía sentarles bien. Como siempre, tenía que obligarte a abrir la boca para no quedar mal cuando nos saludaban...

-¿Y qué demonios querías? No podía fiarme de ellos. ¿Pensaste alguna vez sobre qué trataban sus conversaciones privadas en la lonja mientras destripaban la pesca? Pues yo sí: "¿Qué, te has cruzado hoy con los marcianos?”, “¿Qué diablos se les habrá perdido en nuestro poblado?”, “Si el carnaval Vikingo no es hasta marzo."

-Pues bien que te liaste a hablar con aquella mujer, ¿recuerdas?, aquella rubia de largas trenzas que nos sirvió la comida el día que estábamos solos en la taberna.

-Sí, claro, se llamaba Katrine. Y hablé con ella por una sola razón.

-¿Cuál?

-¿Cuál va a ser? Pues que hablaba nuestro idioma. Resultó ser anglófila.

-Vaya, pues a mí no me habló en nuestra lengua en ningún momento. Mejor dicho, ni siquiera me habló.

-Porque te pasaste toda la maldita comida en el servicio o hablando con tu hermana por teléfono.

-Era gracioso. El único teléfono público del pueblo imitaba un enorme cuerno vikingo. ¿Por qué lo pondrían fuera de la taberna y no dentro?

-Porque son Vikingos, por qué va a ser. ¿Qué esperabas encontrar allí, una factoría de General Motors? Querida, esa gente no era como nosotros. Tenían unas costumbres muy rudimentarias. Nunca han visto un partido de los Dallas Cowboys, ni sabrán lo deliciosa que está una hamburguesa doble con chile. Válgame dios.

-Así que hablaste con ella en mi ausencia?

-No tuve más remedio.

-¿Y qué te dijo? Parecía tan seria la tal Katrine.

-Lo era. Fue como hablar con una barra de hielo de aquellas que nos traían a casa en los setenta desde la fábrica de los Mansfield.

-¿Me vas a decir qué te dijo?

-Tuve que emplearme a fondo para sacarle unas declaraciones. Me contó que era la única mujer soltera en aquel lugar. Ella procedía de otra aldea, no me preguntes el nombre porque no acerté a entenderlo. Había recalado allí huyendo de un pasado que la perseguía.

-¿Y a ti que diablos te importaba eso?

-Bueno, dijo que se encontraba sola. Que allí lo único que hacía era atender el bar la mayor parte del día.

-Cielo santo, Jim. ¿Y qué esperaba, que la consolaras?

-No lo sé. ¿Crees que no era una situación embarazosa para mí?

-Maldita sea, ¿te dejo un minuto para telefonear a Tejas y tu te lías con la primera fulana que se te cruza?

-No precisamente. Sólo trataba de ser amable con una dama. ¿Y qué quería tu hermana además de cuchichear?

-¿Una dama? ¡Ja! ¡Menuda pelandusca! Creo que me debes una explicación. Y la quiero ahora mismo. Mi hermana sólo quería saber cómo lo estábamos pasando.

-Es posible que te la deba, querida. Más bien sí.

-¿Y por qué no habías mencionado el asunto hasta hoy?

-No creí que te gustara lo que te iba a contar. Seguro que tu hermana disfrutaría si lo pasáramos mal.

-¿Así que te liaste con ella? ¿Es eso lo que hiciste señor McCulloch?

-¿Cómo diablos iba a liarme? Además, aunque hubiera querido, ¿dónde nos habríamos liado, sobre el piso mojado de la lonja de pescado, entre cajas de hielo y restos de escamas? Por todos los santos, si no me separé de ti en todo el tiempo que duró la maldita pesadilla escandinava.

-¿Qué es lo que no me iba a gustar, Jim? Me estás asustando.

-Oh nada.

-Dímelo ahora mismo, me está sentando mal el desayuno...

-Está bien, querida. Hay algo de esta historia que no te he contado.

-¿Y quieres contármelo?

-Si tú quieres, sí.

-Menuda mañana de domingo. Si va a causarme daño... tenemos un matrimonio, dos hijos y una reputación en Tejas.

-Verás. Ella me dijo que tenía algo que confesarme, algo que no le había dicho a nadie en aquel lugar. Y no me preguntes por qué -probablemente fue el efecto del alcohol- pero estuve de acuerdo en escucharla y... nos citamos al día siguiente.

-¿Te citaste con esa mujer a mis espaldas?

-¿Recuerdas que a la mañana siguiente cuando despertaste yo no estaba, y que cuando regresé te dije que había ido a dar un paseo?

-Sí. Oh, por Dios Jim...

-Ella me había citado en su casa, casi en la cima de la colina.

-Tal vez no deberías seguir con esta absurda historia. Me estoy poniendo mala.

-No había ascendido una cima tan pronunciada desde mis tiempos del club de exploradores, cuando realizamos aquella excursión al Pico de Guadalupe. El caso es que ya casi me faltaba el aliento, y ¡zas!. Allí estaba ella, sentada en un escalón de madera a la puerta de la casa. Una pequeña cabaña pintada de colores.

-¿Te sedujo? Dímelo de una maldita vez, James William Anthony McCulloch. No soporto esta angustia por más tiempo...

-No, no me sedujo. Fui tan casto con aquella joven como lo he sido contigo la última década. ¿Es eso lo que querías oír?

-Vaya. No era necesario que mencionaras eso. Al menos no para justificarte. Además, el sagrado matrimonio es mucho más que eso en lo que estás pensando.

-Sí, tal vez lo sea. Pero soy tejano. Y un tejano siempre debe mantener su reputación bien alta.

-Claro, querido. Había olvidado que estoy casada con David Crockett...

-Bueno… continuando con la historia,
aquella mujer albergaba un secreto y no sé por qué había decido confiármelo a mí. Aunque lo cierto es que su mirada fría y a veces extraña me imponía. Yo no sabía que decir. Prácticamente me limité a escucharla.

-¿Y piensas que me voy a creer que no se te insinuó? ¿O acaso no se dio cuenta de que eras todo un tejano?

-No se me insinuó, no lo hizo... Dijo que tuvo que irse del poblado donde vivía. La habían descubierto, así que huyó hasta ir a parar allí.

-¿Y qué habían descubierto? ¿Que era una cualquiera y una destroza matrimonios?

-No era eso. Habían descubierto que era especial.

-¿A qué te refieres con especial? Si era tan especial no la habrían echado de allí...

-Dijo que la habían declarado "bruja" y que a las brujas se las la expulsaba sin contemplaciones.

-¿Bruja? ¿Qué quieres decir?

-Pues bruja. Qué va a ser. Hechicera, mujer con poderes... ya sabes.

-No mucho, la verdad. Procuro no mezclarme con toda clase de gente.

-Había seducido a todos los hombres de aquella aldea, estuvieran casados o no.

-¡Cielo santo! Y eso, ¿por qué?

-Dijo ser la reencarnación de Freya, quien comandaba a las Valquirias. Una especie de vírgenes convertidas en diosas del amor vikingo.

-¿Una diosa del amor que es virgen? ¿Qué tontería es esa, Jim? ¿No sería más bien una loca?

-Verás, su abuela había sido la Valquiria Hlök. Su madre había sido la Valquiria Thruda.. Y ella, aun llamándose Katrine, tenía por nombre de guerra Freya...

-¡Menuda Valquiria! ¿Te sedujo, maldita sea?

-Ya te he dicho que no. Dijo que los forasteros no formaban parte del hechizo.

-¿Y los del poblado?

-Me confesó que ya los había seducido a todos. Aunque ella a eso lo llamaba "sanarlos". Sanarlos de los males sufridos en la batalla, se entiende.

-¡Madre mía! Y decía que se le iba la vida tranquila en la taberna sirviendo comida y bebida. Me los imagino en alta mar, pescando y contando los días que faltaban para regresar y subir a la cima.

-No todos iban a pescar, si bien eso es lo que decían a sus mujeres.

-Sí claro, unos navegando en alta mar y otros escalando a la montaña. ¡Menuda aldea de deportistas!... ¡Hombres! Todos sois iguales... ¿Y cuál era el temor de la pobrecita Valquiria?

-Que se enterasen las mujeres de la aldea y que le ocurriera algo malo a causa de ello. Algunos se habían ido de la lengua, traicionando la debida discreción.

-¿Y tú que le dijiste? Estarías estupefacto, digo yo, si es que no entraste en su juego...

-Hice algo por ella.

-¿Qué? ¿Qué cosa Jim?, ¿qué diablos hiciste por esa mujer?

-Le extendí un talón por un valor suficiente como para que se fuera de allí y cambiara de vida. Eso es todo lo que hice. Bueno, también le sugerí que los Estados Unidos era un buen lugar en el que refugiarse, el país de las oportunidades.

-No se te ocurriría mencionar Tejas, con esa frase que siempre tienes que soltar cuando alardeas...

-Sí, lo hice. Qué querías que hiciera. Le dije que "todo es a lo grande en Tejas". Después de todo es un sentimiento que me gusta expresar con orgullo.

-¿Y ella qué dijo?

-Me pidió nuestra dirección. Le gustaba la idea de cruzar el atlántico. Además, conocía el idioma.

-¿Y tú se la diste?

-Sí. Se la di.

-¡Por todos los santos!, ¿por qué hiciste eso, Jim? ¿Es que quieres que venga y acabe con todos lo matrimonios del Estado de Tejas?

-Cálmate cariño. No soy tan estúpido. El estado de Tejas se extiende a lo largo y ancho de 700.000 kilómetros cuadrados. Así que pensé que no hacía ningún mal si le daba mi antigua dirección de soltero de cuando vivía en Addison.

-¡Maldita sea, Jim! ¡Tejas!, ¡Tejas! ¡Es lo único que hay en tu cabeza aparte de paja! ¿Por qué tuviste que mencionar Tejas? ¡No se te pudo ocurrir darle unas señas de otro Estado para alejarla de nosotros!

-Querida: durante la conversación dijo cosas de nosotros que sólo alguien de nuestra familia conocería. Esa mujer poseía algún poder sobrenatural. Si le hubiera mentido, lo habría averiguado.

-¡Válgame Dios, Jim! ¡Planeo un viaje de descanso y tú lo conviertes en una pesadilla para nuestra familia! ¿Qué clase de hombre eres? ¿Cómo has podido meternos en un lío como este?

-Hay algo más, Laramy.

-¿Qué hay algo más? Creo que suspenderé la reunión de esta mañana. No podría presentarme allí con este disgusto. Llamaré a Mary Jane. En su lugar, tú y yo iremos a la Iglesia para contarle todo esto al reverendo Dixon...

-No sé como decirte esto, Laramy. Pero hace un mes recibí en la Corporación una carta de ella.

-¿Qué dices? ¿Te escribió a la Corporación? ¿Cómo averiguó las señas? ¿También se las habías dado?

-No. No se las había dado. En la carta decía que al fin estaba en los Estados Unidos... y no precisamente en Addison, ni por desgracia en Nueva York, ni siquiera en Las Vegas, querida.

-¿Y entonces dónde demonios estaba esa mujer, Jim?

-Oh, siento tener que decírtelo pero... el matasellos era de... de este Condado. Era el maldito matasellos de la oficina postal más próxima a nuestro rancho.

-¡Dios mío! Creo que me voy a desmayar...

-Oh, abrázame Laramy. ¡Que el señor nos asista!
©Ignatiusmismo 2006.

20 comentarios :

Anónimo dijo...

Hay muchas personas con poderes en el mundo. Lo más triste, es que hay quien los tiene, y no es consciente de ellos.

EXCLUSIVA- TEL.2076.6111 dijo...

HOLA IGNATIUS!!, QUE HUMOR EL TUYO!, PUSE EL JUEGUITO PORQUE ME TRAJO RECUERDOS DE HACE COMO VEINTE AÑOS, CUANDO NO SE JUGABA POR COMPUTADORA, EN ESE ENTONCES LOGRABA RECORDAR HASTA TRES, PERO YA NO,JA!JA! "LOS AÑOS HAN PASADO, TERRIBLES, MALVADOS.....".
IGNATIUS, ME GUSTARIA SABER DE DONDE SOS, VEO QUE ESCRIBIS MUCHAS COSAS DE LOS EE.UU., QUIZA ESTA AHI?. NECESITO TIEMPO (QUE NO TENGO) PARA LEER BIEN TUS ENTRADAS, LA CANCION (DEBAJO)ME GUSTO MUCHO, ES CATALAN?.
BESOS . GLADYS

Anónimo dijo...

Fantástico!!
Dibujas con personal estilo la recreación de la vida cotidiana de un matrimonio texano, donde no falta tu característico humor irónico, en una trama ingeniosa, original y ofreciéndonos un desenlace sorprendente…
Tienes un don… hacer un uso excelente de uno de los bienes mayores que tenemos; la palabra…
Y eso es lo que el ser humano tiene de humano, la capacidad de contar historias, porque quien cuenta una historia, antes la pasó por su alma y la hizo suya…
Me ha gustado mucho.
Te seguiré contemplando…puro placer…leerte :)
Besos.


Yokas_s@hotmail.com

Claullitriche dijo...

Hola,
me devoré el relato! quedé con ganas de un "continuará"...

Quizás los tejanos acaben desembarcando en París...?

Un abrazo, see you soon...

Gir dijo...

....que historia!!.... y es notoria tu observación hacia el comportamiento del ser humano, sus reacciones predecibles, como si cuando nacieramos nos dieran una forma de inducir y seguir una platica.....
....me encantó el misterio que impregnaste con Katrina, la común pasividad de él y la frivolidad egoista de ella....

Alabama Worley dijo...

Me gustó mucho!, la verdad, dan ganas de seguir leyendo!!!

elvenbyte dijo...

Sí, me ha gustado. El tema de los poderes y tal..., que ya esté allí, parece una historia de miedo. ¿Por qué no la sigues?

Javier dijo...

A esto, amigo mío, se le llama simple y llanamente.... TALENTO. Sí, con mayúsculas.

Y además, "coitus interruptus", nos has dejado con la miel en los labios...

Un saludo,
Javier

PD: Gracias por tu visita. ¿Cuéntame algún día lo de no registrar en la SGAE?.

MentesSueltas dijo...

Es mi primer visita y dejo un abrazo encantando de leerte.

MentesSueltas

Esther dijo...

¡ Impresionante historia! ¡ Qué miedo! No creo en adivinos, en general, aunque no descarto que pueda haber alguien especial. Pero, la gente tb no cree porque hay más adivinos falsos que reales, y quizás sea una pena...
Aunque, la situación de esta familia sea terrorífica no creo que ella fuera a hacerles daño,aunque nunca se sabe...

Besitos.

mart dijo...

Me gustó mucho tu relato,y como has conseguido que el interés y la emoción por conocer el desenlace vaya "in crescendo".Muy original la idea de extrapolar la vida de un potentado tejano a una remota población bacaladera noruega,por las notas que introduces de mitología y personajes como Erik el Rojo,ha de ser Noruega...me gustó...ha det fin!

Flor dijo...

Interesante relato igna =)

saludos

Llusilanisa dijo...

Melchior Cafrune aventuró la existencia de enormes Vikingas en el año 1245, hasta aquí todo correcto.

Yo añado dos datos:

1)Por aquel entonces aun no se había descubierto el enigma de la juventud de Pedro Osinaga.Quien diga lo contrario, miente.

2)El flequillo de Paul Rodgers se empezaba a cultivar en la lejana India, lejos de su popular destino final.


Son cosas que pasan.

::: Isis ::: dijo...

Que buena historia... las historias asi siempre llaman la atención por los misteriosos que somos los seres humanos.

Cuidate y sigue escribiendo así.-

Anónimo dijo...

Me gusta la naturalidad (y cotidianidad) del matrimonio de texas

Me gusta el misterio y como avanza la historia

Pero a al vez tambien me gusta todo lo relacionado con la bruja y los poderes

Me gustan los dos lados

Un saludo!

Esther dijo...

Me ha encantado tu relato.
XXX

TICTAC dijo...

Hola Ignatius!!
Me encanto' tu comentario en mi blog, gracias!!

He estado pegada a la pantalla hasta la ultima palabra y confieso me quede' con muchas ganas de saber mas.... mas,no?
Un abrazo

nancicomansi dijo...

¿ continuará? oye, aparte de la historia ser "tremenenda"...¿has estado en Tejas? y en Escandinavia? es que "ambientas" y describes que "te sales"...

Tomeu dijo...

buena historia, q por larga q sea no se hace pesada.

Isabel Barceló Chico dijo...

Un desayuno realmente divertido. Me ha encantado el diálogo, está muy logrado. Y la historia es deliciosa. Te felicito.