17 agosto, 2006

Jayson el argonauta

"Mentí sobre donde había estado, sobre dónde había conseguido la información, sobre cómo escribí al noticia", dice Jayson Blair, de 27 años, de raza negra, así que ningun parentesco con el primer ministro británico de los cojones. Un tipo del Washington Post, Howard Kurtz, tuvo que meter la naríz y descubrir que una de las piezas escritas por Blair en The New York Times sobre una familia de Tejas con un hijo desaparecido en Irak, utilizaba párrafos escritos por una reportera del San Antonio Express News. ¡Gilipollas! Tenías que haber fusilado material del periódico de Fargo en Dakota del Norte. Aunque es muy probable que Frances McDormand te hubiera jodido el invento con su astucia parsimoniosa. El muy cabrón de Blair -el reportero digo, el otro ya lo sabíamos- nunca se movió de su pequeño apartamento en Brooklyn, cuentan que bien puesto de alcohol y cocaína, mientras hacía ver que viajaba por todo el puto país recogiendo testimonios. El escritor en ciernes hizo un trabajo aparentemente espléndido durante la guerra. Con la redacción del periódico diezmada por el envío de periodistas a Irak, el joven reportero empezó a recorrer el país en busca de historias. Hablaba con padres de prisioneros, con esposas de soldados, con heridos de guerra, y su firma saltaba de Tejas a West Virginia y de Virginia a Maryland. Nadie sospechó nada, nadie se fijó en su modus operandi. En cinco meses de viajes frenéticos por todo el país, Blair no presentó ni un solo billete de avión, ni una factura de hotel, ningún contrato de alquiler de coche. ¿Para qué?, si lo más lejos que iba era al badulaque de la esquina a comprarle cigarrillos y whisky al Apu de turno. ¿No se te ocurrió entrar en la base de datos de Amadeus, idiota? Sí, la que usan las agencias de viajes. Habrías conseguido amañar lo de los desplazamientos. Desde las oficinas del NYT, Blair entraba en el archivo fotográfico informatizado y se dedicaba a hacer descripciones basadas en las imágenes captadas por los fotógrafos, a robar frases de otros medios y a inventar con la máxima audacia. Qué cabrón. Solía describir a los sujetos de sus reportajes de forma amable, así que nadie se quejaba. Uno de estos tipos explicó más tarde mientras hacía una barbacoa en su jardín, que daba por supuesto que la prensa manipulaba, así que no le pareció extraño que se pusieran en su boca cosas que no había dicho. Acto seguido telefoneó a su abogado a ver si se podía sacar algo del asunto y siguió asando carne sin inmutarse. Cuando fue convocado por la dirección, y ante el cúmulo de pruebas en su contra, Blair prefirió dimitir que reconocer su culpa. Ya se lo contaré a Oprah Winfrey, pensaría... o en mi propia Web, si me sale de los huevos. Actualmente Jayson sigue un tratamiento en una exclusiva clínica de Manhattan y se ha puesto en manos de un resuelto agente que espera conseguir un millón de dólares para el muchacho, entre derechos literarios y cinematográficos de la historia de la estafa periodística. Cuba Gooding Jr. suena como protagonista de una posible película (Will Smith exigía cantar mientras redactaba, y Sidney Poitier solo podría hacer de abuelo de Blair en silla de ruedas). Probablemente no voy a poder escribir nada en toda mi vida que no sea ficción -ha declarado el muchacho-, que ya ha recibido un anticipo de 150.000 dólares por un libro sobre el escándalo. En realidad aún estaría timando de haberse documentado como es debido. Pero no lo hizo. El tipo del badulaque le habría alquilado El golpe, los timadores, o casa de juegos, mas una caja de galletas con sirope de fresa de regalo. Los timadores de esas películas si que eran profesionales.

2 comentarios :

Peruaner brauchen Dich! dijo...

Hola!!! Gracias por el comentario que dejaste en mi blog y por allí llego!!! Como siempre leyendo desde el principio para entenderte mejor!!! Oye si hacen una película sobre este Blair me avisas!!! yo la veo. Un GENIO el Jayson, que pena que su inteligencia no la haya utilizado para otros (mejores) fines...

Anónimo dijo...

Bien va la vida...Uno estafa, y además se eriquece.

Me parece muy injusto.

Un beso.